En la sociedad actual, la imagen personal y profesional desempeña un papel fundamental en cómo somos percibidos, cómo nos sentimos y cómo nos valoramos a nosotros mismos. No obstante, creer que la imagen es solo la parte física, el traje, los tacones, la corbata, las tendencias o la moda es tener una visión limitada de nuestra imagen personal.
Es fundamental comprender que la imagen va más allá de la apariencia externa y superficial. Una verdadera transformación comienza desde adentro y se refleja en cada aspecto de nuestras vidas. Aquí es donde entra en juego el concepto de imagen integral, que abarca cuatro dimensiones clave: interna, física, visual y comunicacional.
La verdadera magia de nuestra imagen personal y profesional radica en la sinergia entre estas cuatro dimensiones. Por eso, es importante entender la importancia de cada uno de estos pilares y cómo se alimentan entre sí.

Imagen Interna: La Base de Todo
La imagen interna se refiere a cómo nos percibimos a nosotros mismos. Esta dimensión es la base sobre la cual se construyen las demás. En ella se encuentran nuestros valores, autoestima, autovaloración y creencias. Esta autopercepción alimenta nuestra relación con el autocuidado físico, cómo nos vestimos y cómo nos comunicamos.
Una imagen interna positiva está relacionada con la autoestima, la confianza y la seguridad en nosotros mismos y esto se refleja en nuestros hábitos de autocuidado, la relación que tenemos con
nuestra imagen física, en lo que creemos que tiene importancia o no al momento de elegir nuestra vestimenta, nuestros patrones de compras, los estilos de prendas que preferimos, etc.
No es lo mismo el autocuidado desde una baja valoración personal que hacerlo desde la creencia en que somos un ser integral y merecemos potenciarnos y cuidarnos en todas nuestras áreas. Para fortalecer esta dimensión, es esencial trabajar en el autoconocimiento, identificar nuestros valores, metas y cultivar una mentalidad positiva.
Imagen Física: autocuidado y Salud
La dimensión física se centra en el cuidado de nuestro cuerpo y salud. Esto incluye una alimentación equilibrada, ejercicio regular, descanso adecuado y hábitos de vida saludables. Esta dimensión va más allá de solo ejercicio y dieta; es nuestra valoración del cuerpo y cómo lo cuidamos.
Mantener una buena salud física no solo mejora nuestra apariencia externa, sino que también refuerza la autovaloración interna. Una relación sana con nuestra dimensión física nos impulsa a mejorar nuestra proyección y deseo de potenciar nuestra dimensión visual y nuestro lenguaje corporal.


Imagen Visual: Estilo y Presentación Personal
La imagen visual abarca nuestro estilo personal, cómo nos vestimos y cuidamos nuestra apariencia, todo esto alimentado por nuestra imagen interna y física. La clave es encontrar un equilibrio entre las tendencias y ser auténticos con nuestro estilo, valores y necesidades de proyección, es decir cómo queremos sentirnos y vernos con el qué necesitamos proyectar y comunicar con nuestra imagen.
La elección de ropa, accesorios, peinados, maquillaje, si nos dejamos o no la barba se convierte en un reflejo de nuestra personalidad y autoconcepto muchas veces sin estar conscientes.
En esta dimensión se vuelve fundamental el entender que una sana relación con nuestra imagen es respetar nuestro estilo, que es la expresión de nuestros valores e identidad, pero saberlo adaptar a las diferentes circunstancias y roles que desempeñamos en nuestro día a día, respetando a su vez el grado de formalidad o ceremoniosidad de nuestras actividades.
Sin olvidar que, una imagen visual coherente comunica profesionalismo, confianza, atención al detalle y fortalece nuestra postura y comunicación.
Imagen Comunicacional: Expresión Verbal y No Verbal
La dimensión comunicacional se refiere a cómo nos comunicamos con los demás, tanto verbal como no verbal. Esto incluye nuestra postura, gestos, tono de voz y habilidades de comunicación. La forma en que expresamos nuestras ideas y emociones refleja nuestra dimensión interna e influye significativamente en cómo nos perciben los demás.
Nuestra postura, el tono de nuestra voz y cómo movemos nuestro cuerpo comunican en muchas ocasiones nuestra dimensión interna, el concepto que tenemos de nosotros y la seguridad que sentimos. Esto a su vez refuerza nuestras creencias. Por lo tanto, la manera en que nos comunicamos también alimenta nuestra imagen interna, física y visual.

La coherencia entre las cuatro dimensiones refuerza la credibilidad de nuestro lenguaje no verbal. Una comunicación efectiva y asertiva nos permite construir relaciones sólidas y transmitir nuestras ideas de manera clara y convincente. Que a su vez alimenta de manera positiva nuestra dimensión interna.
Por esas razones, trabajar en las cuatro dimensiones de la imagen o trabajar nuestra imagen de manera integral nos permite desarrollar una imagen auténtica y coherente que refleja quiénes somos y hacia dónde queremos ir. No se trata solo de seguir tendencias o modas, sino de alinear nuestra imagen con nuestros valores y objetivos personales y profesionales. Al hacerlo, mejoramos la percepción externa y fortalecemos nuestra autoestima y bienestar general.

Coach de imagen y bienestar integral, consultora de imagen personal y profesional, personal shopper y diseñadora de modas.
CEO y Fundadora de PROGETTA
Miembro de AICI Mexico Chapter
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